Me gustaría habitar el minimalismo. Ser simple para no sucumbir. Refugiarme en mí mismo. Tener el íntimo convencimiento de que no existe nadie con mis mismas ideas, ni tan siquiera parecidas. Entonces me replegaría en el silencio, en el no molestar, en el no intervenir, en el no sobresalir, en el no perturbar. Intentaría no persuadir, ni colonizar, ni oprimir. Me refugiaría en la certeza de no encontrar nadie afín, en el individualismo sereno. Renunciaría a la queja, inútil por definición. En fin, haría apología de la pequeñez. Y si alguien se varase en mis bajíos, le recogería y le daría la bienvenida despacito, casi sin moverme. Le acogería cayado y esperaría tranquilo a la amistad, o tal vez al amor.
Liberalia. Cuando llega la noche. Liberalia.
EL CASO DE LOS INSECTOS ZOMBIES
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Artículo acerca de la modificación conductual que ciertos parásitos y
hongos inducen en sus animales hospedadores, poniendo su sistema nervioso a
expensas ...