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miércoles, 2 de noviembre de 2011

Los esproemios del merpasmo

«Apenas el le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo como poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfenulios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volpasados en la cresta del murelio, se sentían balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el limite de las gunfias».

Julio Cortázar. Rayuela. Capítulo prescindible 68, 1963.

lunes, 31 de octubre de 2011

La lluvia

Hoy llueve después de mucho tiempo, aquí en nuestra tierra. Cuando ocurre, creo que es un don, que Dios aún no nos ha abandonado y que el agua continuará fertilizándonos.

Liberalia. Cuando llega la noche. Liberalia.

lunes, 10 de octubre de 2011

Cuando amanece

Amanece en mi ciudad cuando corro tras mi tristeza,
cuando amanezco sin dormir,
cuando amanece inesperadamente durante la noche,
cuando se oscurece la razón con la melancolía,
cuando las mujeres me seducen sin estar,
cuando el sueño somete mi voluntad y duermo solo.

Liberalia. Cuando llega la noche. Liberalia

lunes, 15 de agosto de 2011

Amok

«Es más que una embriaguez..., es una locura, una especie de rabia humana..., un ataque de monomanía homicida, insensata, que no se puede comparar con ninguna intoxicación alcohólica...Pues bien, el amok,..., sí, el amok es esto: un malayo, un hombre cualquiera, sencillo y de buena pasta, bebe ese brebaje..., está ahí sentado, abúlico, indiferente, abatido..., igual que yo estaba en mi habitación..., y de repente, se pone en pie de un salto, coge su puñal y sale corriendo a la calle..., corre en línea recta, siempre derecho..., sin saber adónde... Todo cuanto se interpone en su camino, hombre o animal, él lo abate con su kris y el delirio de la sangre lo vuelve aún más furioso... Mientras corre le sale espuma de la boca, aúlla como un loco..., pero sigue corriendo y corriendo, no mira a la derecha ni a la izquierda, corre lanzando gritos agudos, con su ensangrentado puñal, siguiendo siempre esa misma y espantosa línea recta... Las gentes de los poblados saben que ninguna fuerza puede detener al loco homicida..., de modo que, cuando lo ven previenen a los demás con gritos de «¡Amok, amok!», y todo el mundo huye..., pero él corre sin oír, corre sin ver, derriba todo lo que encuentra a su paso..., hasta que lo matan de un tiro como a un perro rabioso o cae él mismo, exhausto, echando espuma por la boca...»

Estefan Zweig. Amok. Acantilado. Barcelona, 2003.

domingo, 13 de marzo de 2011

El deseo

«El deseo es un flujo psíquico vigilado por prohibiciones, sometido a impulsos energéticos, tasado por la realidad, invocado por la fantasía, regulado por el placer y modulado por la respuesta de los demás. Censura, fuerza, realidad, imaginación, goce y amistad son, por tanto, los seis dueños del deseo cuyo difícil acuerdo nos exige compromisos que pueden ajustar o enrarecer el equilibrio personal».

Fernando Colina
. Deseo sobre deseo. Cuatro. Ediciones. M Jalón, ed. Valladolid, 2006.