«El término latino professio significó originariamente la
promesa pública de cumplir ciertas obligaciones y actividades, y la aceptación
por la sociedad de ese compromiso.
A las que llamamos
profesiones tratan de funciones socialmente muy prestigiosas, que colocan a sus
miembros en una situación clara de privilegio social. En eso se han diferenciado
tradicionalmente de los oficios, en que las primeras son roles sociales
positivamente privilegiados, en tanto que los segundos no gozan de esa estima
social.
Profesionales han sido los sacerdotes, los gobernantes y los médicos.
En las culturas primitivas es frecuente que estos tres roles vayan unidos, de
forma que es una misma persona la que detenta el poder religioso, el político y
el médico.
Se pueden describir cinco
características del papel sociológico de los profesionales: elección,
segregación, privilegio, impunidad y autoridad.
- La elección. Un
papel privilegiado en una sociedad se considera una elección divina. No se
puede ostentar tanto poder por sí y ante así. Estas personas poseen un don y
son elegidas por los dioses. Utilizan signos externos que los diferencian y los
textos sagrados y el lenguaje popular los identifica como "los
elegidos".
- La segregación. La
elección segrega. Estas personas detentan tanto poder que no pueden vivir con
los demás y, como diferentes, segregados. Tener en su mano la vida y la muerte
les hace ser hombres respetados pero también temidos. De ahí que el grupo
social prefiera tenerlos a cierta distancia. No son normales ni deben convivir
con los demás miembros del grupo.
- La impunidad jurídica.
No sólo resulta casi imposible perseguir judicialmente a las personas
integrantes de estos grupos, sino que se considera que realizar las funciones
sociales encomendadas a ellos no es posible sino se les dota de impunidad (la
medicina nunca ha gozado de una impunidad jurídica tan explícita como las demás
profesiones, pero si ha sido impune de
facto). Esto último lo ha consagrado el refrán popular de que "los errores del médico los tapa
la tierra".
- La autoridad moral. Precisamente porque los profesionales tienen en
sus manos la vida humana es preciso que estén dotados de una extraordinaria
autoridad moral. Dicen lo que tenemos o no tenemos que hacer, lo que es malo o
no, normativizan y regulan. Es una autoridad en la fijación de las costumbres,
es decir, en la moral. Además pocas disciplinas existen más normativas que la
Medicina. Puesto que los profesionales tienen en su mano lo más preciado:
la vida de los seres humanos, en su vida es preciso que estén dotados de una
alta calidad moral. Esa autoridad moral será una “moralidad especial”, distinta de la “moralidad común” del resto de los miembros de la comunidad. Esta
moralidad especial se define por tres características:
* El Secreto. Existe el secreto
sacerdotal, el secreto judicial, el secreto de los gobernantes y el secreto
médico (claramente formulado en el Juramento Hipocrático).
* Actuar siempre en beneficio de los
demás y no en el de uno mismo.
* Actuar incluso aunque no se reciba
ninguna retribución de ningún tipo por ello.
Es obvio que a lo largo de
la historia de las cinco características de las profesiones ha habido
modificaciones, pero han permanecido idénticas en lo fundamental: los profesionales son sujetos que, de algún
modo, han sido objetos de una cierta elección, al tener cualidades
extraordinarias, que les segregan y les sitúan en una posición de privilegio en
el cuerpo social. Esta posición de privilegio se refleja a través de dos
notas fundamentales: la impunidad jurídica y la autoridad moral.
Hay que esperar a la segunda mitad del siglo XX para
verlas en crisis».
(Texto parcialmente resumido).
Diego Gracia. Como arqueros al blanco. Estudios de bioética. TRIACASTELA. Madrid, 2004.