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viernes, 14 de febrero de 2014

Las benévolas

“¡Jamás se estremezca en la Ciudad la discordia, insaciable de males! Tal
es mi deseo. ¡Jamás absorba el polvo la sangre negra de los ciudadanos!
¡Jamas aquí vengue el crimen al crimen!”
Esquilo, La Orestíada
«En la antigua Grecia la sangre solo podía ser lavada con más sangre. La tragedia y el epos griego se nutren de estas venganzas infinitas.
Agamenón asesina al primer esposo y a los hijos de Clitemnestra para poder desposarse con ella; no contento con esto años después sacrificó a su propia hija Ifigenia a los dioses para que el viento soplara y llevara las naves aqueas a Troya. A su regreso tras la guerra fue asesinado por su esposa, que venga así la muerte de sus hijos. Orestes, hijo de ambos, tuvo que matar a su madre para vengar la muerte de su padre y las Furias le persiguen sin descanso atormentándole por toda Grecia. Los dioses se vieron entonces obligados a intervenir. Atenea decide que ha de ser un jurado de doce hombres el que juzgue el crimen de Orestes. Dice la diosa: “Mas ya que aquí llegaron las cosas, yo elegiré jueces del crimen, y los ligaré con juramento y constituiré tribunal que dure para siempre”. La venganza es sustituida por la justicia, las Furias se transforman en las Benévolas, garantes de la justicia y la clemencia con el reo.
Los héroes griegos pagaban con su vida los errores cometidos, Ayax se deja llevar por la desmesura y avergonzado de sí mismo se quita la vida. El héroe trágico paga caro los errores cometidos. Es un mundo de tiranos crueles y dioses caprichosos.
Cuando Odiseo regresa a Ítaca asesina a los pretendientes de Penélope, los mismos que llevan años conspirando para llegar al trono mientras el reino se consume. Los padres e hijos de los muertos claman venganza, Atenea interviene y pone punto y final al ciclo de muerte, exige que “se olvide la matanza de los hijos y de los hermanos, ámense los unos a los otros como antes, y haya paz y riqueza en gran abundancia". Toca empezar de cero y dejar atrás siglos de venganzas y sangre. El héroe trágico ha muerto, nace el ciudadano.
Antígona prefiere la muerte antes que obecer una ley injusta; a causa de esa ley el rey que la proclamó pierde todo lo que ama.
Todo acto de justicia nace de un desequilibrio, la ofensa siempre parece mayor que la pena. Por eso el hombre justo ha de olvidarse de los sentimientos a la hora de legislar. Por eso la justicia es ciega.
La sentencia de Estrasburgo acaba con la injusticia y devuelve a España a la senda de la razón.
Pedir que se desobedezca es desandar el difícil camino que nos llevó desde las Furias a las Benévolas. Es pedir que volvamos a un mundo de crueles tiranos y dioses caprichosos».
Silvia Cosío en http://fundicionprincipedeastucias.com/las-benevolas/#.Uv6PN_ZW8Xx (25/10/2013).

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