«El teléfono no podía comunicar las expresiones faciales, la palabra
omitida o la mirada intercambiada que, a veces, dicen más que las
propias palabras. Tampoco podía aportarme un contacto físico, transmitir
esa sensación de consuelo que se siente al tocar, agarrar o apretar una
mano, al rodear con tus brazos a alguien para consolarlo mientras
llora, al abrazar o al besar a una persona».
Maha Akhatar. La princesa perdida. Rocabolsillo, 2012.
Cita enviada por mi amiga Cristina Fernández García. Gracias.
EL CASO DE LOS INSECTOS ZOMBIES
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Artículo acerca de la modificación conductual que ciertos parásitos y
hongos inducen en sus animales hospedadores, poniendo su sistema nervioso a
expensas ...
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