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lunes, 10 de noviembre de 2008

El asilo

«La idea de preparar las maletas, cerrar la casa y cruzar la calle para marcharse del barrio e ingresar en una residencia de ancianos para morir entre extraños resulta sencillamente aterradora. La idea de que allí habrá un psiquiatra que aliviará con fármacos o palabras el horror de este tránsito es, por desgracia, una vana esperanza o, más exáctamente, una falsa promesa. Aunque sólo sea para hacer posible otro final de trayecto, es imprescindible profundizar en la búsqueda de las fuentes comunitarias de nuestra identidad. Sólo renovando nuestra voluntad de resistencia podremos recuperar el consuelo de ese equivalente de la eternidad que surge de una colectividad que continuamos y que nos continuará».

Guillermo Rendueles. Egolatría. KRK Ediciones. Oviedo, 2005.

2 comentarios:

de la Loma dijo...

no hay consuelo sencillo para ese momento....tal vez..hay que aceptar que hay cosas inevitables y qeu no tienen consuelo...

Pepín Fernández dijo...

Sencillamente, no hay consuelo ante lo indefectible.